jueves, 28 de enero de 2010

EL EXORCISTA

A finales del año 1973 se estrenó una película que venía precedida por su fama de maldita, lo que hizo que el interés por ella aumentara de forma desproporcionada (hay que saber vender el producto). El guión estaba basado en una historia real, o al menos eso es lo que se dijo. Pocas películas han sufrido tantos plagios descarados y tantas imitaciones, pero es muy difícil llegar a su altura, fue la primera y tiene un algo que la hace única. Evidentemente me estoy refiriendo a “El Exorcista”, esta es la película de la que hablaré hoy, en honor a mi querida Ivanita, para que lo pase de miedo recordándola.



Regan MacNeil (Linda Blair) es una niña de 12 años que vive con su madre, una famosa actriz Chris MacNeil (Ellen Busrtyn), divorciada. Sin motivo aparente, Reagan empieza a sufrir cambios en su personalidad. Su madre trata de buscar una solución en la medicina, pero los médicos no pueden explicar de forma satisfactoria lo que la sucede. En vista de que el estado mental de Regan empeora y empieza a sufrir unos ataques que son cada vez más violentos, su madre decide acudir a un sacerdote. El padre Karras (Jason Millar) en un principio se encarga del caso, pero pronto ve que lo que le sucede a Regan excede sus conocimientos.

Mientras el padre Karras investiga a Regan y evalúa si puede tratarse de una verdadera posesión, una muerte misteriosa en el entorno de Chris hace que un policía, el teniente Kinderman (Lee J. Cobb) entre en escena, haciendo que el padre Karras se sienta incómodo con su investigación, pues no solo tiene que hacer frente a la supuesta posesión que tiene entre manos y a una muerte que puede ser asesinato, sino también a sus propios demonios personales. Por fin recibe la ayuda de un sacerdote y arqueólogo, el padre Lancaster Merrin (Max Von Sydow) que llevará a cabo el exorcismo de Regan.

En líneas generales este es el argumento. La historia está basada en una novela que escribió William Peter Blatty y que fue publicada a principios de los años setenta. A su vez Blatty se basó para su obra en un hecho, parece ser que real, que ocurrió en Maryland (U.S.A.) en la década de los cuarenta. La historia difiere un poco, el protagonista era un muchacho en plena adolescencia. Pero lo importante es que la línea argumental es la misma.

Como película a mi me parece de las mejores de terror que he visto, no solo por algunas escenas que son escalofriantes, sino por la historia en sí, y es que aunque hoy en día casi nadie cree en la existencia del Diablo, y mucho menos en posesiones, siempre queda esa pregunta: ¿y si resulta que es verdad?. Las interpretaciones me parecen buenísimas y la niña se merece el premio a la mejor poseída de la historia del cine. Los dos sacerdotes, Karras y Lancaster, resultan muy creíbles, ya que en este tipo de películas el problema suele ser que no acabas de creerte las interpretaciones, pero en esta sí. Por cierto, supe hace poco que el actor que interpreta al padre Karras era en la vida real el padre del actor Jason Patrick de “Jóvenes ocultos”, película de la que hablaré en su día. Y a quien le guste el fútbol, que mire la foto del padre Karras y luego mire la del entrenador Juan de Dios de Ramos... ¿a que no habías caído en la cuenta?.


La película recibió varios premios, de hecho recibió ese año muchas nominaciones a los Óscar, eso sí, sólo ganaron en categorías “menores”, habría sido muy osado en aquella época premiar como mejor actor o director a alguien que participaba en una película de estas características. Eso sí, en los Globos de Oro se sintieron más rumbosos y premiaron varias categorías importantes: mejor película, director, guión y actriz de reparto. Podría dedicar un apartado entero a la música de Mike Oldfield, de lo mejor de la película.

De lo que me niego a hablar es de las secuelas y las precuelas, puesto que en mi opinión, cuando te sale algo tan redondo, no lo deberías estropear con un intento frustrado de imitación, pero para quien le interese, ahí van los datos:

En 1977 Exorcista II: El Hereje.
En 1990 Exorcista III.
En 2004 Exorcista: El Comienzo. Primera precuela que se realizó y para mí, carente de sentido.
En 2005 Dominio: Protosecuela de El Exorcista. Otra precuela que hicieron, vamos, como un comienzo alternativo al que se dio en el año 2004. No tuve fuerzas para verla.
En 2000 Se hizo una versión de la película original revisada por el director. Es de esos lanzamientos que se hacen con carácter sobre todo comercial y que, salvo alguna escena que no se incluyó en la original, no aporta gran cosa, cambia el doblaje y algunas expresiones, cosa que a los fans que hemos visto mil veces la primera película nos desconcierta y disgusta. Así que, yo me quedo con la original.

Esta película nos hace plantearnos el eterno dilema de la posible encarnación del Bien y del Mal, es decir ¿existen realmente entidades con nombre e incluso rostro, que encarnan estos principios? Las religiones y creencias espirituales, desde que el mundo es mundo, han marcado una clara línea divisoria entre ambos conceptos y les han puesto un nombre a la vez que han sido dotados de una serie de atributos.

Desde el punto de vista católico, que es el que domina la película, el Bien está encarnado por Dios que tiene una hueste de Ángeles a su servicio y el Mal está encarnado por el Diablo (aquí la profusión de nombres distintos que se aplican es mareante, por eso prefiero utilizar el genérico Diablo) que a su vez tiene su grupito particular de luchadores a su servicio que son los Demonios. La cuestión que plantea “El Exorcista” es si realmente estos seres tanto de un bando como del otro, pueden interactuar con los seres humanos, de tal forma que hasta pueden tomar posesión del cuerpo y la voluntad de una persona, en este caso de una adolescente.

La posesión es una creencia que se da en muchas culturas, para la Iglesia Católica en concreto se tienen que dar una serie de elementos y pruebas para que se considere que una persona esta poseída. En la película se describen muy bien estos elementos por ejemplo la Xenoglosia, que consiste en hablar lenguas que son desconocidas por el supuesto poseído y que en la inmensa mayoría de las veces se trata de lenguas muertas o que muy pocas personas conocen y utilizan en la actualidad, no se trata de hablar en inglés o francés, sino de hablar en arameo, latín, caldeo… También se valora el titanismo que es poseer una fuerza que por la constitución, peso y edad de la persona es imposible que en circunstancias normales, esa persona pueda poseer.

Hay una película estupenda para aprender de los procedimientos que utiliza la Iglesia a fin de determinar qué es posesión y qué es histerismo o cualquier tipo de trastorno mental, se trata de “El exorcismo de Emily Rose”, muy recomendable y también basada en un hecho que sucedió realmente y que está bastante más documentado que el caso en el que se basa “El Exorcista”. Por supuesto hoy en día los exorcismos que se practican son francamente excepcionales, los avances en el estudio de la psiquiatría y la neurología han liberado al mundo de muchas supuestas posesiones, pero… siempre hay ese pequeño número de casos inexplicables para la ciencia y que son francamente inquietantes.

A quien le interese el tema de las posesiones y exorcismos le recomiendo los libros del padre José A. Fortea. Eso sí, con mucha precaución, confieso que tras leer “Daemoniacum” (edit. Belacqua), una de sus obras más importantes, sentí la total seguridad de que tendría que salir corriendo a una iglesia pues si no estaba ya poseída, poco me faltaba.

Por último, si es que existe alguien que no haya visto esta película, que pinche en este enlace para verla o descargarla:

http://www.peliculasyonkis.com/pelicula/el-exorcista-1973/

En esta página se pueden encontrar algunas anécdotas sobre el rodaje y sobre la supuesta maldición de la película, es muy entretenida:

http://tepasmas.com/curiosidades/exorcist

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