Los Caballos o Caballeros, representan la etapa que abarca la juventud y sobre todo la primera madurez masculina. La figura del Caballero sobre su montura se recorta contra un cielo amarillo que nos recuerda la actividad mental que se lleva a cabo para desenvolverse en el mundo material. Las figuras de Oros en general, no actúan sin pensar primero, no se dejan llevar por impulsos o emociones incontroladas, calculan los riesgos antes de emprender sus aventuras.
Al fondo, de forma muy lejana, se insinúan unas montañas que se ven empequeñecidas por la distancia; al igual que sucedía con la Sota de Oros, el Caballo no atiende a la montañas, no ha llegado su momento aún, desde su posición actual es muy difícil que acierte a verlas, tal vez intuya su presencia, pero poco más, dos solitarios árboles se elevan también en la lejanía, pero tampoco atrapan su atención. Para esta carta, no ha llegado aún el momento de preocuparse por los temas espirituales, está demasiado centrada en lo más terrenal y físico.